"He sido invitado para hablar del exilio. La invitación me llegó escrita en inglés y yo no sé hablar inglés. Hubo una época en que sí sabía o creía que sabía, en cualquier caso hubo una época, cuando yo era adolescente, en que creía que podía leer el inglés casi tan bien, o tan mal, como el español. Esa época desdichadamente ya pasó. No sé leer inglés. Por lo que pude entender de la carta creo que tenía que hablar sobre el exilio. La literatura y el exilio. Pero es muy posible que esté absolutamente equivocado, lo cual, bien mirado, sería a la postre una ventaja, pues yo no creo en el exilio, sobre todo no creo en el exilio cuando esta palabra va junto a la palabra literatura.
Para mí, creo que es conveniente decirlo ya mismo, es un placer estar aquí con ustedes, en la renombrada y famosa Viena. Para mí Viena tiene mucho que ver con la literatura y con la vida de algunas personas muy cercanas a mí y que entendieron el exilio como en ocasiones lo entiendo yo mismo, es decir como vida o como actitud ante la vida. En 1978 o tal vez en 1979 el poeta mexicano Mario Santiago, de regreso de Israel, pasó unos días en esta ciudad. Según me contó él mismo, un día la policía lo detuvo y luego fue expulsado. En la orden de expulsión se le conminaba a no regresar a Austria hasta 1984, una fecha que le parecía significativa y divertida a Mario y que hoy también me lo parece a mí. George Orwell no sólo es uno de los escritores remarcables del siglo XX sino también y sobre todo y mayormente un hombre valiente y bueno. Así que a Mario, en aquel año ya un tanto lejano de 1978 o 79, le pareció divertido que lo expulsaran de Austria con esa recomendación, como si Austria lo hubiera castigado a no pisar suelo austríaco hasta que pasaran seis años y se cumpliera la fecha de la novela, una fecha que para muchos fue el símbolo de la ignominia y de la oscuridad y de la derrota moral del ser humano. Y aquí, dejando de lado lo significativo de la fecha, los mensajes ocultos que el azar o ese monstruo aún más salvaje que es la causalidad enviaba al poeta mexicano y por intermedio de éste me enviaba a mí, podemos hablar o retomar el posible discurso del exilio o del destierro: el ministerio del Interior austríaco o la policía austríaca o la Seguridad austríaca cursa una orden de expulsión y envía mediante esa orden a mi amigo Mario Santiago al limbo, a la tierra de nadie, que en inglés se dice no man’s land, que francamente queda mejor que en español, pues en español tierra de nadie significa exactamente eso, tierra yerma, tierra muerta, tierra en donde no hay nada, mientras que en inglés se sobreentiende que sólo no hay hombres, pero animales o bichos o insectos sí hay, lo que la hace más agradable, no quiero decir muy agradable, pero infinitamente más agradable que en la acepción española, aunque probablemente mi percepción de ambos términos esté condicionada por mi ignorancia progresiva del inglés e incluso por mi ignorancia progresiva del español (el diccionario de la Real Academia Española no registra el término tierra de nadie, cosa que no es de extrañar, o yo no he buscado bien)..."
Texto completo aqui.
Friday, August 10, 2012
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